1/6/13

DARÉ LO QUE NO TENGO... PERO ¿COMO?

 
Nosotras las mamás siempre estamos conversando, compartiendo pensamientos, hablando del cuanto queremos ver a nuestros hijos bien sucedidos en la vida, queremos enseñarles el camino de la felicidad… Pero, noto algo común en algunas de ellas: quieren dar a sus hijos aquello que ellas mismas no tienen. ¡Nosotros somos una trinidad! Somos cuerpo, alma y espíritu. Y si no tenemos esas tres áreas de nuestra vida llenadas, nos sentimos frustradas, incompletas, insatisfechas.

Necesitamos alimentarnos de forma saludable y ejercitarnos para tener un cuerpo fuerte y saludable, necesitamos nos relacionar con las personas, tener amistades, un amor, recibir atención y cariño de ellas para saciar nuestra alma, que se alimenta de amor, pero, la más importante es el área espiritual, pues si somos cuerpo, alma y espíritu, necesitamos alimentar el espíritu también… Y es ahí que muchas se encuentran frustradas, fracasadas y vacías, pues no saben como hacerlo.

La Palabra de Dios, registrada en la Biblia es el alimento para nuestro espíritu, necesitamos dar esa “comida” diaria para él, y si no, a semejanza del cuerpo físico, nos quedamos débiles, enfermas y se puede hasta morir. Lo mismo acontece cuando no alimentamos a nuestro espíritu y esa es la razón por la cual muchas madres cargan el en pecho ese hoyo, un gran vacío, que solo puede ser llenado por Dios, por Su Palabra y por Su Santo Espíritu.

Ahora usted entiende el porque de en las noches, poner su cabeza en la almohada y sentir tanta angustia, tanto vacío, es su espíritu gritando que necesita de alimento, que necesita de la Palabra y del Espíritu de Dios para quedar fuerte, para llenar ese vacío.
Mamá, no podemos dar lo que no tenemos materialmente y principalmente, espiritualmente. No podemos ser madres excelentes como queremos ser si esa área de nuestra vida está desasistida.

Mamá, vuélvase para Dios y busque en Él ese alimento para su espíritu, ¡así usted podrá dar a sus hijos la receta de la felicidad que tanto quiere! Porque usted misma la tendrá.

Madres no desisten de sus hijos (ni de si mismas).

Sandra Lages

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