3/11/12

INVITACIÓN ESPECIAL PARA LA FIESTA DE 1 AÑO DE MI RENOVADO BEBE! (Testimonio fruto de nuestras oraciones).


 
 
Escribo recordándome del día en que dio sus primeras señales de que llegaría. Momentos de mucho dolor, de desprecio, abandono, soledad, orgullo herido, confusión. Odio y resentimiento abrumando el corazón, el deseo de desaparecer y no encontrar nada y nadie más del pasado tan presente dentro de si. Fue así que dentro del vientre del mundo él creció, haciendo elecciones personales que dejaron su alma y su corazón en pedazos. Y nosotras, a través de la fe, dentro del vientre de DIOS, fuimos engendrando un nuevo bebé. Creyendo, orando, ayunando, clamando, sacrificando y determinando, fui preparándome para la hora del parto…

En un día muy especial, después de pasar por el altar de mi iglesia, derramando todo de mi a los pies de Jesús, regresé a casa para aguardar la llegada del hijo que estuvo siempre tan lejos de los sueños que para él, un día soñé. Preparaba la cena, cuando tocó el timbre: ¡me llegó una fuerte contracción, que me dio escalofríos en el alma! Abrí la puerta y allí estaba él. ¡Llegó mi bebé! ¡La Mano de DIOS, como si fuera una cigüeña lo trajo del fondo del pozo, de SU vientre a mis brazos finalmente, luego de tantos años de espera!
 
Estaba todo sucio, desarreglado, abatido, triste, humillado, perdido y sin tener a donde ir. Después de haber sido echado fuera por las personas que él ni siquiera hubiera imaginado que serian capaces de hacerlo. Sin dinero, casa, comida, estudio, con vicios y todos sus sueños destruidos… yo lo abracé y lo dejé entrar. La “cuna” hacía mucho estaba preparada, ungida y consagrada a DIOS. Allí fue colocado el hijo tan esperado que finalmente había vuelto. ¡Ese primer año no fue fácil!

Necesitábamos conocernos nuevamente, imponer limites, reglas y recomenzar un proceso de reeducación general que un día fue interrumpido. El choque fue inevitable. ¡Un bebé cambia la rutina de cualquier hogar! Pero, viviendo la fe en DIOS, usando de muchas armas espirituales preciosas para vencer grandes luchas, la convivencia poco a poco fue restablecida y con mucha determinación y perseverancia, hemos colocado cada cosa en su lugar… Con 1 año de nueva vida, ya tenemos grandes avanzos: la auto-estima recuperada día con día, las ganas de vivir y de ser alguien ya está brotando adentro de él, una nueva profesión en constante expansión, deportes y cuidados personales realizados voluntariamente, la sonrisa cada día más frecuente, noches de sueño tranquilo, responsable con él mismo y con los compromisos asumidos.
 
Sin hablar de los detallitos y mimos con los cuales me sorprende cada día, haciendo borrar todos aquellos días de agonía, indiferencia y rebeldía. A cambio hoy, encuentro papelitos con palabras dulces: “Te amo”, “gracias”, perfumes finos y caros, maquillajes de marca que me gustan, (pues ha observado mis gustos), postres especiales de regreso a casa, pizza sorpresa… ¡y hasta me avisa cuando llegará más tarde!
Hoy mismo me regaló mi soda preferida acompañada de un paquete de pasta de letritas para nuestra sopa de la cena, que él mismo compró y aun me dio un beso sin que yo le pidiera. ¡Y hasta la seña de su tarjeta de crédito por si acaso necesitamos!
 
Describo todos esos detalles para revelar la grandiosidad de lo que está pasando. ¡En tan solo un año, muchos cambios! El odio y la rebeldía poco a poco han sido banidos a través de las cadenas de oraciones, que funcionan como verdaderas “escobas” espirituales en los corazones más rocosos.

Los primeros pasitos para una nueva Vida están siendo dados. La inseguridad, los miedos y tensiones de esa fase inicial están siendo superados, con toda certeza, muy pronto veré a mi bebé caminando a pasos firmes rumbo al Bien Mayor, la Salvación.
 
En esta fecha especial, conmemoro con las “Madres en Oración” ese primer año de la nueva vida de mi bebé. Pues, el “Madres en Oración” fue el sector de la maternidad usado por DIOS para traerme ese bebé tan esperado, con derecho a una hermosa enfermera, mi querida hija Mariana, que también tuvo la oportunidad de relatar aquí su transformación de vida.
 
Agradezco a Dios y a todas las madres, que con sus rodillas en el piso, en medio a muchas luchas, con amor unieron la fe, y me ayudaron de varias maneras, regando con lagrimas la semilla que se ha transformado en ese fruto llamado LUCAS.
Querida mamá, venga también hacer parte de esta fiesta de puras alegrías, preparando la llegada de hijos renovados a través de la fe, orando, clamando, sacrificando, con determinación en ese propósito.

Con eterno cariño y gratitud a DIOS y a las Madres,

Lorena Sebastian

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