27/8/12

EL SECRETO DE MARÍA, LA MADRE DE JESÚS


 
Como todas nosotras sabemos, Jesús tuvo una madre muy especial. No encontramos en toda la Biblia otra mujer que tenga ocupado ese lugar. Sin embargo, yo no quiero parecer religiosa pero, voy a utilizar algunos versos de la Biblia para señalar el gran secreto del suceso de María.

 “Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.  Respondiendo él (Jesús) al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”. (Mateo 12:47-50)
 
Cuando Jesús dijo eso, Él no estaba disminuyendo a su familia ni tampoco despreciando a su mamá. Él sencillamente nos estaba invitando a hacer parte de su familia, o sea, si hacemos la voluntad de Dios, Él nos considerará parte de su familia.

“Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 
Y él (Jesús) dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”. (Lucas 11:27-28)

     La grande bendición de María, no fue apenas la de haber generado a Jesús y sí, la de  tener oído su voz y puesto en práctica su voluntad.  La  fuerza que ella tuvo,  fue comprender  que ella solita no conseguiría ayudar a Jesús en su misión. Ella lo apoyó con todos  sus quehaceres  pero también, lo ayudaba en oración.
     La madre de Jesús fue una mujer igual que nosotras, llena de defectos y virtudes pero, se destacó por haber reconocido la grande importancia que Dios tuvo en su vida.  Ella obedeció a su voluntad y fue dichosa por eso.
    Nuestros hijos e hijas,  están conozco porque Dios se nos prestó. Un día tendrán que ir por sus sueños, mientras tanto, como madres no podemos despreciar el poder de la  oración. Si María necesitó orar, ¿por qué nosotras no precisaríamos?
     Sin lugar a dudas, este es el gran secreto de María.
     ¡Siempre juntas en oración!

Ana Claudia Brito

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