4/2/13

APRENDÍ A DURAS PENAS


Nosotras que somos madres, llevamos siempre la preocupación de ver nuestros hijos bien, queremos que nada de malo les pase, si pudiéramos colocaríamos nuestros hijos en una burbuja donde ellos estarían libres de tropezar, caer, contaminarse etc. ¡Solo que eso no los ayudaría, no los beneficiaria, al contrario!

Aprendí a duras penas, que nuestra súper protección a los hijos solo los torna personas débiles, dependientes, perezosas, sin iniciativas y la lista continua, en realidad ella es muy grande. Sé que cuando súper protegemos nuestros pequeños, nuestras intenciones son las mejores, solo queremos proporcionar a ellos una vida sin riesgos, sin dolores y sufrimientos, queremos evitar que ellos pasen lo que pasamos.

Sin embargo, aquellos castigos que recibimos, las privaciones que tuvimos, los “no” que escuchamos, las caídas que tuvimos cuando jugábamos corriendo por los patios, los arañazos que ganamos pasando por entre los rosales del jardín con los pies descalzos sobre la tierra, las caídas de los árboles que tuvimos cuando subíamos para sacar alguna fruta; si hacemos una pausa para pensar y hacer un análisis, vemos lo cuanto nos sirvieron todas esas cosas, percibimos que nos ayudaron y mucho, a tornarnos personas maduras, fuertes, aprendimos a caer y levantar, aprendimos a soplar el ardor de los arañazos y seguir adelante, aprendimos a no desistir cuando nos caemos del árbol sin la fruta en la mano etc. Maduramos, aprendimos la disciplina, aprendimos a respetar nuestros padres obedeciéndolos, pues no queríamos regresar al castigo, quedando en la casa otro fin de semana.

Mamá, usted que aun tiene a sus hijos pequeños, no los prive de esas grandezas, son valores que se fueron perdiendo con el tiempo, no permita eso, enséñelos a vivir con reglas y disciplina, si desobedecieren deben sufrir las consecuencias, esas actitudes ayudan a formar en ellos un carácter integro, hacerles personas de bien, maduras para vencer en la vida.
Observe esta enseñanza bíblica: “Lo que no hace uso de la vara, odia a su hijo, pero el que lo ama, desde temprano lo disciplina”. Proverbios 13:24

¡Disciplinar es amar, aun que sus hijos no entiendan eso, murmuren, lloren, sin embargo, allá adelante le agradecerán!

Madres no desisten de sus hijos.

Sandra Lages

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