10/12/12

MAMÁ, LEVANTE LA CABEZA Y CIERRE SUS OÍDOS.


Algo que me ha llamado la atención desde que abracé este maravilloso propósito es la condición de humillación en que muchas madres viven.

Es una gran verdad que madres sueñan todos los días en ver a sus hijos bien sucedidos. Ya sea en la escuela, en el trabajo, en el casamiento, en la sociedad como personas respetables, hombres y mujeres de bien. Puede pasar el tiempo, pueden pasar los años, pero sueños de madre no mueren, seguimos soñando…
Pero, muchas veces somos sorprendidas por situaciones que en nada parecen con aquellas que soñamos para ellos. Muchos parecen hacer parte del sueño de otra persona, para nosotras, ¡se tornan pesadillas!

Y es exactamente en esa hora que la madre, eterna deseadora de la realización de sus grandes sueños, “pierde el foco”. Cuando se ve frente a hijos rebeldes, desobedientes, andando por el mal camino, desempleados, involucrados en el submundo de las drogas, etc., ella se siente impotente y empieza a sufrir dos situaciones: la de la decepción por la condición del hijo y la de humillación, que puede ser por parte de familiares, vecinos, marido o aun terceros.  

No faltan personas para señalar, criticar y culpar. Pero, madres tienen una característica muy importante y no pueden olvidarse jamás: madres son guerreras, verdaderas leonas, ultrapasan muchas barreras a favor de la realización de sus sueños. Soportan los fuertísimos dolores del parto… ¿Por qué muchas bajan la cabeza? ¿Por qué muchas se desesperan? ¿Por qué muchas bajan la mirada y echan en la propia espalda un fardo pesado, difícil de cargar? ¿Por qué, si somos soñadoras guerreras?

Somos las únicas que podemos revertir ese cuadro a través de la fe, a través de la oración sincera que elevamos a Dios en este propósito. Tenemos de seguir creyendo en nuestros sueños. Querida mamá, piense conmigo nuevamente: ¿Madres guerreras caminan con la cabeza baja? ¿Caminan avergonzadas y humilladas? ¿Cómo mirar hacia el blanco viendo abajo donde la única visión que se tiene es la del piso? No se puede, ¿verdad? Pero, ellas ponen manos a la obra, levantan la cabeza, empuñan las armas (principalmente las de la fe), y parten para la batalla, se lanzan arriba del enemigo, cierran sus oídos para las palabras negativas que lanzan sobre ella. Y de esa manera: ¡VENCEN!

Vamos a llenarnos de fuerzas y echar fuera de nuestro camino todo aquello que quiere debilitar nuestra fe y confianza, ¡y todo aquel que quiere robar la realización de nuestros sueños! ¡Sigamos firmes mirando hacia el blanco!

¡Madres no desisten de sus hijos!

Sandra Lages

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