Nosotras que somos madres,
llevamos siempre la preocupación de ver nuestros hijos bien, queremos que nada
de malo les pase, si pudiéramos colocaríamos nuestros hijos en una burbuja
donde ellos estarían libres de tropezar, caer, contaminarse etc. ¡Solo que eso
no los ayudaría, no los beneficiaria, al contrario!
Aprendí a duras penas, que
nuestra súper protección a los hijos solo los torna personas débiles,
dependientes, perezosas, sin iniciativas y la lista continua, en realidad ella
es muy grande. Sé que cuando súper protegemos nuestros pequeños, nuestras
intenciones son las mejores, solo queremos proporcionar a ellos una vida sin
riesgos, sin dolores y sufrimientos, queremos evitar que ellos pasen lo que
pasamos.
Sin embargo, aquellos
castigos que recibimos, las privaciones que tuvimos, los “no” que escuchamos,
las caídas que tuvimos cuando jugábamos corriendo por los patios, los arañazos
que ganamos pasando por entre los rosales del jardín con los pies descalzos
sobre la tierra, las caídas de los árboles que tuvimos cuando subíamos para
sacar alguna fruta; si hacemos una pausa para pensar y hacer un análisis, vemos lo cuanto
nos sirvieron todas esas cosas, percibimos que nos ayudaron y mucho, a
tornarnos personas maduras, fuertes, aprendimos a caer y levantar, aprendimos a
soplar el ardor de los arañazos y seguir adelante, aprendimos a no desistir
cuando nos caemos del árbol sin la fruta en la mano etc. Maduramos, aprendimos
la disciplina, aprendimos a respetar nuestros padres obedeciéndolos, pues no
queríamos regresar al castigo, quedando en la casa otro fin de semana.
Mamá, usted que aun tiene a
sus hijos pequeños, no los prive de esas grandezas, son valores que se fueron
perdiendo con el tiempo, no permita eso, enséñelos a vivir con reglas y
disciplina, si desobedecieren deben sufrir las consecuencias, esas actitudes
ayudan a formar en ellos un carácter integro, hacerles personas de bien,
maduras para vencer en la vida.
Observe esta enseñanza
bíblica: “Lo que no hace uso de la vara,
odia a su hijo, pero el que lo ama, desde temprano lo disciplina”.
Proverbios 13:24
¡Disciplinar es amar, aun que
sus hijos no entiendan eso, murmuren, lloren, sin embargo, allá adelante le
agradecerán!
Madres no desisten de sus
hijos.
Sandra Lages
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