“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no
se apartará de él” (Proverbios 22:6). Así como yo, Ud. querida amiga
que es madre, decida de todo su corazón educar a su hijo de acuerdo con la
voluntad de Dios, de acuerdo a la Biblia. Es en ella donde Ud. sabrá como Dios
quiere que Ud. lo eduque. ¿Ud. quiere educarlo para la vida o en los caminos
del Señor?
Este es el consejo de nuestro Dios… un consejo sabio, y más, es acompañado de una promesa: “y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Educar a mi hija es orientarla, instruirla, disciplinarla y seguir todos los sabios consejos del Señor. Cuando estoy cuidando de mis plantitas, recuerdo siempre ese versículo, pues si quiero que una plantita crezca recta, pongo una varilla junto a ella y voy amarrando con pequeños trozos de hilo; cuido de ella diariamente, y ella crece perfecta. No es difícil hacer un niño o un árbol crecer de la manera correcta si Ud. los educa desde jóvenes, pero no es fácil enderezarlos después que se permitió crecer torcidos. Toda madre sabe lo cuanto es difícil traer un joven rebelde a los caminos de Dios. Por eso, sepa una cosa: la personalidad de un niño es formada hasta más o menos los cinco años de edad. Entonces, eduque a su hijo como el Señor Jesús quiere y así Ud. podrá tener la certeza que él no será un joven rebelde, pero será un joven que ama y es sumiso al Señor. Edúquelo en los caminos de Dios. Y ¿cuáles son los caminos de Él?
La
Biblia nos dice en Proverbios 6:20-21: “Guarda, hijo mío, el mandamiento de
tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre; átalos siempre en tu corazón,
enlázalos a tu cuello”… La ley de una madre
es aquella que ella aprendió en la Palabra de Dios. Es una ley sin errores. Es
la ley que la ayuda llevar a su hijo por los rectos caminos.
Mamá,
nunca deje de disciplinar a su hijo, pues de esa manera Ud. estará actuando de
acuerdo a los principios perfectos de nuestro amado Señor. Jamás desista de
luchar por sus hijos, no todo está perdido, tengo el gran ejemplo de mi mamá,
que nunca desistió de luchar por mí.
Que Dios las
bendiga grandemente.
Silene
Kasabian
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