Todos nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y
por eso, cuando generamos nuestros hijos, también nacen a nuestra imagen y
semejanza. Traen nuestras características físicas. Tomamos en los brazos aquella
pequeña belleza y empezamos a soñar con un gran futuro para ellos, jamás pasa
por la cabeza de una madre que sus hijos crecerán trazando caminos torcidos,
viviendo una vida sin reglas y sufriendo consecuencias de esos actos.
Pues la mayoría de nosotras las mamás, estamos siempre
esforzándonos para dar buenos ejemplos, enseñamos nuestros hijos como deben
portarse, hablamos, recomendamos, orientamos y protegemos, así como lo hace
Dios, y es a través de Su palabra, la Biblia.
Sin embargo, muchas de nosotras tenemos hijos que decidieron
no escucharnos, no seguir nuestras orientaciones, no quieren seguir el buen
camino que presentamos a ellos, no quieren nuestra protección. Así también
acontece con Dios… Él nos dejó el Camino a seguir, Camino que nos lleva a una
vida plena, camino que nos conduce al suceso en todas las áreas de nuestras
vidas, en la Biblia nos dejó todas las orientaciones a seguir, pero… a
semejanza de las actitudes de nuestros hijos, la humanidad (incluso muchas de
nosotras que estamos leyendo esto), decidimos no seguir ese Camino, decidimos
no oír Sus palabras de orientación y hacemos las cosas de nuestra manera.
¿Cómo consecuencia? Vida de sufrimiento y decepciones,
sucesiones de errores, fracasos y tristezas.
Cuando vemos nuestros hijos pasando por esas situaciones,
nos quedamos tristes, sufrimos también, sentimos el dolor de ellos, y haríamos
todo lo que fuese necesario, si ellos tan solo viniesen hasta nosotras, se
arrepintiese de sus malas actitudes y aceptasen nuestros consejos, si
obedeciesen nuestras instrucciones. Lo mismo Dios siente en relación a
nosotros; cuando sufrimos Él se entristece, porque si tan solo siguiésemos Sus
sabios consejos, no fracasaríamos, no tendría tanto sufrimiento, pero… ¿Quién
quiere seguir Sus sabios consejos? ¿Quién está dispuesto a volverse para Dios
arrepentido de sus errores? ¡Esa es la cuestión!
Nosotras como madres que estamos en esta lucha por nuestros
hijos podemos entender perfectamente lo que Dios siente cuando Sus creaturas
toman un rumbo diferente al que Él orienta, nosotras las madres en oración de
todo el mundo, debemos reflexionar, pues Dios no impone Sus enseñanzas y
orientaciones, Él ofrece, pero si no damos importancia y no obedecemos Sus
consejos, Él no puede obligarnos, porque Él es justo. Diferente de nosotras,
que muchas veces, queremos imponer las cosas a nuestros hijos, pero ya
comprobamos que no funciona. Pongamos a nuestros hijos en las manos del único
que puede salvarlos y cuanto a nosotras: Dejemos nuestros propios consejos y sigamos
el que es perfecto que viene de Dios.
Mamá, entregue su vida a Jesús.
Sandra Lages
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