Aun
que esa característica estuviera a mi disposición por toda la vida a través de
mis padres, yo no me di cuenta de ella hasta que descubrí lo cuanto ya me había
equivocado, intentando imponer mi manera, mis pensamientos, y mis expectativas a los demás. En un bello día, cuando me despedía, luego de presentar el
programa “Cosas de Mujer” en vivo, me hicieron un homenaje sorpresa y grabaron
a mi padre hablando sobre mi. Él habló muy bonito, me hizo elogios, pero en
medio a esos elogios, dejó salir una gran verdad que fue como una flecha en
medio de mi frente: “Ella a veces es muy justa, pero…” Me fui del programa
pensando en aquel pequeño comentario, lo que me hizo olvidar todos los demás
elogios… fue cuando me di cuenta de un defecto horrible que cargaba a nombre de
“ser mejor” y “hacer más y mejor”. Por querer ser muy justa, acababa imponiendo
mi manera de ser a los demás. Mi hijo fue el que más sufrió con eso, pobrecito…
yo quería a fuerzas que él tuviera un carácter divino, y en esa mi insistencia,
lo hacía desviarse cada vez más de todo lo que era bueno. Aquello me corroía
por dentro… Todos mis planes para él, desde el día que lo adopté, quedaban más
lejos, el dolor en mi alma me ahogaba.
Cuando
me acuerdo, me da ganas de volver atrás y hacer todo diferente, hacer de la
manera que mis padres hicieron conmigo. Pero, ¿de qué sirve ahora? Lo mejor que
podemos hacer es aprender y dejar de equivocarnos, ¿verdad? Y fue lo que yo
hice.
Aprendí
que nuestros planes tienen que ser hechos por la fe, y la fe es creer, aun
cuando todo a su rededor muestra lo contrario. Fe es perseverar, pase el tiempo
que pasar. Fe es saber que Dios no le dará el cumplimiento de sus planes de la
misma forma que Ud. proyectó en llegar a él, pero Él lo hará – ¡confíe!
Para
una mujer como yo, que le gusta la organización, saber como será todo, de
programarme – ese fue uno de los sacrificios que más me dolió. Sacrificar a mi
hijo, el futuro de él, con quien se casará, o sea… todo que antes me gustaba
planear, dar una ayudita, hacer algo, meter mis deditos… sacrifiqué.
Sacrifiqué
imponer lo que yo quería, y ahora si, será hecha la voluntad de Dios.
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